sábado, 16 de enero de 2016

Enseñanzas.

Qué importa cómo empiece mis cartas
si ningún camino nos va a llevar a Roma.

Enséñame la autenticidad de un cuerpo tan puro
que prescinda de cualquier añadido
para poder sentirse vivo.
Enséñame a ver con los ojos cerrados
y a confiar con ellos abiertos.

No me enseñes a cantar,
porque sería un exceso de milagros.
Pero enséñame a desnudar el alma
encima de un escenario,
sin sentirme avergonzada.

Enséñame a querer,
sobretodo a la vida,
para que deje de tenerla miedo.
Enséñame a ser dos,
a pesar de seguir siendo una.
A ser contigo,
sin dejar de ser yo.

Enséñame a viajar sin billetes,
y a crear,
en vez de soñar.
Enséñame cómo vivir en una nube
con los pies en el suelo.

Enséñame,
la transparencia
de quien no tiene miedo a la crítica social,
la aceptación
de quien se cree valioso por existir,
y la grandeza,
de quien valora seguir vivo.

Enséñame a vivir la vida que quiero,
sin dañar las vidas que me quieren.

Enséñame a luchar por mis sueños
hasta hacerlos realidad,
a crear belleza
y llamarla poesía.


jueves, 24 de diciembre de 2015

ME DICEN

Estoy pensando,
que ya no sé qué pensar.

Cómo parar tantas ideas que bailan sin cesar en mi cabeza.
Gritan.
Exigen.
Se ilusionan.
Suplican.
Lloran.

Y me dicen: 
la respuesta está en ti.

Pero yo solo quiero salir de mí.
Olvidarme de ellas,
del ruido entre tanto silencio.

Y me dicen,
que están conmigo.
Valoro su fidelidad,
pero no las quiero escuchar más.

Y me dicen,
que pueden cambiar por mí.
Si les digo cómo.
Que si lo hago bien,
estaré feliz.
Que si estoy feliz,
estarán felices.
Y me animarán.
Con entusiasmo,
como un padre en el partido de fútbol de su hijo.
Como los fans de Andrés en un concierto.

Que mis días grises dependen de ellas.
Dependen de mí.

Decido domesticarlas,
como un pequeño hombre
lo hizo un día con un zorro.

Las escucho.
Les quito miedo.
A la soledad.
A la incomprensión.
Al existencialismo de las tardes de invierno.
Les quito miedo del miedo.
Y me van sonriendo.

Me dicen,
estamos contigo hasta el fin de tus días.
Y a pesar de mi vértigo por los parasiempres,
sonrío,
porque ni voy a vivir para siempre,
ni tendría sentido hacerlo sin ellas.

domingo, 6 de diciembre de 2015

.

Tanto tiempo preguntándonos qué es la vida mientras la dejábamos pasar. Deseando ser o estar en otra persona, en otro lugar. Envidiando lo que no teníamos, creando nuestra propia venda. Negándonos el lujo de valorar nuestro entorno, porque el ajeno nos parecía más idílico... Hasta que lo conocimos. Nos cansamos de buscar cuando ni si quiera pusimos nombre a la búsqueda. Cómo íbamos a llegar a la meta si no sabíamos cuál era.
Ahora sé que mi meta es vivir. Mantener el interés ante la novedad. Alimentar las ganas de descubrir, de viajar, de conocer. Confiar en la sabiduría del presente y no caer en la simplicidad de las casualidades. Sin soñar más de lo que viva.

martes, 13 de octubre de 2015

La sensación por estar perdiendo algo que esperaba cuando no esperaba nada. El miedo ante el fracaso que aumenta mis dudas y mis ganas ir. Sin saber a dónde. Ni con quién. El vacío de quedarme. La decepción al irme. A uno mismo, que es la peor de todas. El ansia por saber qué esperan de mí. El miedo a descubrirlo. La necesidad de cambio. La falta de intensidad. La búsqueda frustrante de una profundidad y transparencia inexistente en un entorno donde la cantidad de ropa importa más que la de experiencias. Donde "lleno" solo tiene sentido si acompaña a armario. Donde el único "interior" que importa está debajo de la ropa y se puede tocar. 
Donde nadie me ha encontrado pero desde donde quiero perderme. Que no sea huir. Sino buscar. Más allá.
Sin billete de vuelta.

sábado, 8 de agosto de 2015



"La felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos"  Marco Aurelio


Sucede que después de llevar por mantra frases como "cada uno recibe lo que da", 
llega alguien fardando de los éxitos que ha conseguido pisoteando a los demás.
Algunos que incluso envidio. 
El fin. No el medio.
Entonces la frase pierde sentido. Pero ahí aparece mi interiorizado "todo llega". 
Que de tanto decirlo ya no sé lo que tenía que llegar.
Por eso y porque hace tiempo decidí que no tengo que esperar nada. 
Simplemente aceptar lo que viene.
Con lo que no contaba era con esas personas que desafían el ciclo de la vida,
que creen estar por encima de los valores morales.
Tan por encima, que ni los conocen. 

Lo he pensado mejor. No puedo envidiar ninguno de sus éxitos conociendo lo que hay tras ellos.
Sí podría. Pero no quiero. No desearía ninguno si tengo que renunciar a unos principios, unas ideas y una forma de ver la vida más justa, empática y solidaria.

Así que al final, llego a la conclusión de que "no es oro todo lo que reluce"
y a veces, el que más festeja, es el que menos tiene que celebrar. 
Seguiré afirmando que "cada uno recibe lo que da",
y la cosecha no es para presumir, sino que debe quitar el hambre.
Ahí veremos si estaba envenenada. 




miércoles, 8 de julio de 2015

SON LAS DOCE.

Aún es pronto para dormir. Para papá sería demasiado tarde.

Me pregunto si pasará lo mismo con lo demás.
Lo mismo.
Lo demás.
Lo de más.
Cuánta ambigüedad.

Me pregunto
si no será tan pronto como pensaba.
Si no será tan tarde
como creía que pensabas.
Para pensarnos.

Me pregunto si este tren regresará.
Me pregunto
si te preguntas
si quiero que el tren regrese.

Me pregunto
si habrá hecho otras paradas.
Más bonitas,
con mejores vistas
y con ganas de descarrilar
y quedarse.
Porque ya tenga demasiadas excusas
para hacerlo.

Me pregunto,
por qué no te pregunto a ti.
Pero me imagino la respuesta
y tu voz
diciendo
tarde.
Ya es tarde.

Y no quiero dormir
pero el miedo me coarta de preguntarte.
El miedo
que soy yo.
El miedo
a un nosotros
tarde.

viernes, 19 de junio de 2015

Las nubes no aguantan el peso de los reproches.

Tu empeño en convencerme de que eras indispensable te hizo aún más prescindible.
Sentía miedo cuando me decías que no iba a encontrar a nadie 
que me entendiese, apoyase y escuchase como tú. 
Lloraba cuando no lo hacías y me gritabas que te iba a echar de menos, 
que a ver a quién iba a encontrar que aguantase mis incontrolados ataques de nervios. 

Crecí pensando que eras más de lo que merecía, 
me creía tus palabras y me sentía tan vulnerable 
como tu lo deseabas para que dependiese de ti.

Agradezco las despedidas forzosas, 
porque entendí que la amistad 
no es un juego de cuerda en el que cada oponente tira de un lado. 
La amistad es tirar para el mismo 
y celebrar que tenemos con quien hacerlo. 

Pero la banda sonora de nuestras celebraciones 
eran gritos y reproches 
y yo había olvidado lo bonito que es tener quien te empuje en las cuestas 
en vez de meterte más piedras en la mochila. 

Que yo pensaba que los amigos eran los que estaban en los malos momentos. 
Y ahora me doy cuenta, 
que tampoco son los que están en los buenos, 
pero sí los que hacen que lo sean.

Dejaré aún un hueco en mi nube para compartir cualquier cosa con la que entretenerse, 
pero si te empeñas en bajarme de ella, 
tendrás que hacerlo tú.