Escribes mientras intentas buscar un sentido a esto del vivir. Escribes para creértelo, para autoconvencerte de que la felicidad está dentro de nosotros. Posiblemente escribas para ti tras haber aceptado que tus palabras nunca llegarán a generaciones futuras. Que nadie se emocionará con tus versos y que ese blog nunca será el líder en visitas.
Y yo, consciente de que nunca llegarás a leer esto, tengo la necesidad de decirte que tus frases han recargado mi esperanza. Que espero impaciente nuevas actualizaciones mientras decido retomarme donde me dejé.
Por el pequeño gran empujón, gracias, aunque nunca te lleguen.
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