No nos damos cuenta de que podíamos querer a alguien hasta que ese alguien quiere a otra. No te confundas, no te quiero. Solo digo que he necesitado verte sujetando otras manos y besando otros labios para acordarme de ti. Como sucede en estos casos, me he imaginado qué hubiese pasado si hace un tiempo hubiese dado el paso que no me atreví, por miedo. No sé exactamente a qué. Puede que a no estar a la altura, a defraudarte o a no saber querer, porque yo de eso no tengo ni idea, y tampoco se han molestado en enseñarme ni yo en aprender. Miedo de no poder mostrarme como soy, de buscar libertad en otros brazos y encontrarme con unas alas que van perdiendo fuerza.
Decía Krakauer que las personas interesadas en el arte se aislan tanto en sí mismas que son incapaces de compartir la vida con alguien. Al principio me entró pánico. Puede que sea de ese porcentaje de personas destinadas a una soledad física que no pueden controlar. Pero una sonrisa terminó con ese miedo. Prefiero leer poesía que discutir sobre el color de unos azulejos. Elijo una guitarra antes que a una persona que intente cortarme las alas y antepongo una pluma y un papel a cualquier boda por interés.
Y ya ves, yo echando la culpa al arte, cuando esta vez ha sido él quien me ha salvado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario