Empezamos con la confianza de quien cree que esa vez las cosas van a ser diferentes. Nos caímos y lo aceptamos como quien cree que las caídas son retos para hacernos más fuertes. Nos levantamos con la esperanza de un tiempo mejor. Continuamos caminando. Incluso nos reímos.
Entonces,
volvimos a caer.
Estábamos a un paso de gritar que esta vez sí había sido diferente. Que la felicidad era una opción y la habíamos escogido. Que nuestro pozo si tenía fondo. Y vaya que si habíamos salido. O eso creíamos.
Simples espejismos que nos permitieron saborear la ilusión por vivir.
Infinito retorno.
Solo que
la esperanza
cada vez es un poco menor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario