sábado, 29 de noviembre de 2014

Que yo solo quería que te fueras para ver cómo volvías.


Da igual si la botella está medio llena o medio vacía, un día se acabará y la echaremos de menos. Tendremos sed de algo que tuvimos un tiempo y no nos ayudó a quitarla.
Qué sed da una pérdida. Y qué bien se nos da idealizarla. Casi tan mal como recordar sin nostalgia.

Puede ser que el problema no sea la botella. Sino que antes, por lo menos teníamos qué beber.
Y ahora no sabemos qué hacer para rehuir de la soledad. Porque lo de estar solos, nunca se nos ha dado bien. Quién lo diría verdad, con esa forma nuestra de cuidar la compañía. Nunca supimos demostrarlo, y ahora no podemos olvidarlo.

Que yo solo quería que te fueras para ver cómo volvías. Que si te hacía enfadar era por reconciliarnos. Y cuando te tiraba, era para caernos juntos. Y despertar, quién sabe cuándo, un poquito más felices.
Nos encantaba jugar. Y tanto fuego acabó quemando.


El alcohol es malo. Pero está noche gana la sed.

Tequila con hielo, por favor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario