martes, 18 de marzo de 2014

Confesiones.

Un día escribo sobre la muerte. Otro sobre la vida. He empezado a escribir tantos relatos como los que he dejado sin acabar. Los domingos te echo de menos y los lunes de más. Firmo el divorcio con la dependencia emocional y soy feliz. A los dos días lo rompo. Decido pisar tierra pero soy inmune a la gravedad y fiel a las nubes.

Soy esa persona que podría empezar un maratón pero nunca acabarlo, porque la monotonía, lo lineal, me conduce a la desesperación. Igual es porque siempre la estoy esperando, a Felicidad, y ella no es mucho de repetir. Si no hay cambios deja de visitarme hasta que tenga algo nuevo que contarla.

A veces me dice que necesito estar sola y se va. Pero el caso, es que no estoy sola, porque llega Tristeza, que no le gusta ver a la gente desamparada y me hace compañía. Otras veces Ansiedad reclama atención y echa a Felicidad a patadas. Pelean entre ellas a ver quien aguanta más, pero Ansiedad siempre tiene ganas de quedarse y a Felicidad no le gusta discutir. Eso sí, me encanta cuando saca su mal genio y se niega a que la desalojen. Aunque al rato decida irse. 

Así que, no es porque sea cobarde, que lo soy, sino porque hoy me escaparía contigo pero mañana no tendría ganas de verte. 

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