viernes, 7 de marzo de 2014

(Re)conocer

Una vez oí que era mejor sentir dolor a no sentir nada.

Ahora que me pesan hasta los viernes,
que ya no pinto, ni bailo,
ni me paro mientras camino
porque siempre tengo prisa.

Ahora que no me escucho,
que no te escucho,
que me cansé de esperar.

Ahora que no me busco,
porque sé que ni yo puedo encontrarme.
Ya no contemplo las nubes,
ni trato de contar las estrellas.

Hace tiempo que me echo de menos,
que intento retroceder hasta el instante en que todo empezó a desvanecerse.
Ya no queda nada de lo que fui.

Ahora, que me levanto esperando la noche
y me acuesto con la intención de que pare el mundo.
No muevo mi timón porque el problema no es el rumbo,
soy yo.

Andar a contracorriente conlleva más esfuerzo.
Y menos reconocimiento.

Porque los "yo estoy contigo" tras las caídas
se han convertido en "te lo advertí".
Y la ilusión corrió tan fuerte que la perdí.

Ahora, cuando solo siento vacío,
pienso que la frase no tiene razón,
porque yo prefiero no sentir nada,
a sentir dolor.

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