viernes, 28 de febrero de 2014

Prioridades.

Es  frecuente que cuando televisan un partido de fútbol retrasen el resto de los programas. Es como si el mundo se detuviese. El paro, las preferentes, los desahucios, la crisis, ocupa un segundo lugar.
Y no solo eso. ¿A quién le importa que la mortalidad infantil en los países tercermundistas sea algo común? ¿Alguien ha pensado en la mirada de horror en las madres al ver a su hijo morir? La culpabilidad por no haberles podido darles nada mejor. Esa herida, que nosotros deberíamos llevar por dentro. La mayor parte de esas muertes se podían haber evitado.
Según datos extraídos del programa de Naciones Unidas para el desarrollo, el 20% de la población posee el 90% de la riqueza mundial. Conociendo las consecuencias, aunque muchos no quieren ser conscientes, se sigue fomentando que ese 90% continúe creciendo. 
Imagina por un momento que naces en un lugar de pobreza extrema. Tu madre muere en el parto como consecuencia de los escasos recursos sanitarios. Debido a la falta de higiene tu padre está infectado de VIH. Serán tus hermanas las que se harán cargo de ti. Tu hermano es reclutado como niño soldado y obligado a fusilar a personas que apreciaba. No puedes estudiar pero envidias a tu amiga que camina varios kilómetros diarios para poder ir a la escuela. El agua potable tampoco es accesible por lo que requiere un trabajo conseguirla. El machismo, la explotación, los abusos, son algo frecuente. 
Se trata de luchar por la igualdad y no contribuir a esta distribución tan poco equitativa.
No existen países desarrollados. Existen países que se aprovechan de otros para tener más. Y esto no es tener suerte, es no tener vergüenza. 

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