jueves, 6 de febrero de 2014

Impulso

Puede que nunca me atreviese a volar
porque se rieron de mí cuando dije que podría hacerlo.
Yo misma rompí mis alas cuando me tomaron por loca.
Y a pesar de que estaba convencida de que lo lograría,
no lo intenté.
Me llamaron idealista
por creer en un mundo mejor.
Me juzgaron de utópica
por pensar que el bien predomina sobre el mal.
Ingenua pacifista,
por afirmar que la violencia da como resultado más violencia,
y la única vía posible para solucionar problemas
no tiene nada que ver con armas ni banderas.
Dejé de creer en Dios
y me dijeron que era normal que estuviese perdida,
que ya me daría cuenta.
Renuncié a comer carne,
y me llamaron inconsciente.
Afirmé que me gustaban las canciones de autor y la poesía,
vaya anticuada.
También me han dicho que no hay que tener prisa para madurar,
"que eso llega con el tiempo".
Pero yo les digo,
que en la vida no hay que esperar a que te lleguen las virtudes,
sino aprender a desarrollarlas.
Me he dado cuenta de que todas las críticas,
han acabado construyéndome unas nuevas alas.
Y hoy sí, quiero volar.
Porque aunque no lo creáis, se puede.




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